Con motivo del Día Nacional del TDAH, que se conmemora cada 27 de octubre, la responsable del Grupo de Trabajo ‘Psicología y TDAH’ de la Delegación de Sevilla del COP Andalucía Occidental, M.ª Carmen Ávila y los miembros del mismo, Damián Hervás y Ángela Robledo, explican el papel relevante de los/as profesionales de la Psicología en el abordaje del TDAH:

Se estima que en la infancia el promedio de quienes lo padecen está entre 3%-6% la prevalencia de tal cuadro en la infancia, según indica la Dra. Moreno (2020). A pesar de ello, actualmente existe mucha controversia en la incidencia de tal trastorno pues los datos de prevalencia no son uniformes, debido a la subjetividad de los criterios diagnósticos definidos para tal trastorno y por la propia opinión del clínico.

La principal repercusión del diagnóstico erróneo recae en la etiqueta y en la prescripción de psicofármacos olvidándose de los beneficios que reporta el tratamiento psicoconductual realizado por psicólogos que le ayudan a entender lo que le sucede, y a cambiar pensamientos y acciones negativas hacia ellos.

En la actualidad según la Guía de Práctica Clínica, es el tratamiento psicológico el más adecuado. Lo recomendable es que en el caso de prescripción de tratamiento farmacológico siempre vaya combinado con el tratamiento psicológico adecuado, realizado por un profesional de la Psicología.

Comorbilidad y dificultades del aprendizaje

El TDAH tiene una altísima comorbilidad con muchos otros trastornos psicopatológicos. Con elevada frecuencia se presenta con el trastorno de oposición desafiante (TOD) (52%), el trastorno de conducta (TC) (22%) y el trastorno disocial (TD) y es el/a psicólogo/a como profesional, el que ha recibido formación específica al respecto sobre cómo trabajar la conducta y la modificación de esta.

Además, también es recurrente la aparición de problemas del aprendizaje (24%) y desregulación emocional, tales como ansiedad (12-20%) y depresión (10-15%) en niños/as con TDA o TDAH, por lo que el papel del/a psicólogo/a educativo/a dentro de los centros de Educación Primaria y Secundaria, puede ayudar no solo a dar pautas de orientación adecuadas al equipo docente del/a alumno/a, sino que puede detectar la sintomatología ansiosa y reducir la futura consecuencia de desarrollar comorbilidades trabajando la gestión de emociones tanto con el/a alumno/a como con el profesorado y la familia.

Por tanto, determinar la existencia de otros trastornos añadidos resulta fundamental para desarrollar estrategias de intervención adecuada a las necesidades, que van más allá del uso exclusivo de fármacos, haciendo partícipe tanto al afectado como a su entorno de una intervención activa, en lugar de pasiva, promoviendo situaciones y conductas que facilitan el cambio de actitud y conductual, tan necesarios para una buena salud psicológica que evite la aparición de comorbilidades.