Con motivo del Día Internacional de la lucha Contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), que se conmemora cada 30 de noviembre, el grupo de trabajo de Psicología y Nutrición de la Delegación de Sevilla del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental, destaca la necesidad de visibilizar estos problemas y fomentar una correcta prevención e intervención que logre su remisión. La conmemoración de este día se ha convertido en un llamamiento a la sociedad para recordar e informar que estos problemas existen y que es posible no solo tratarlos, sino también superarlos.
TCA, un problema de salud pública
Aunque este tipo de trastornos fue reconocido en los países occidentales hace más de dos siglos, en los últimos años se ha producido un incremento progresivo del número de casos. Según los datos proporcionados por la Fundación Fita y la Asociación Española para el estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, un 5% de la población adolescente femenina sufre en la actualidad algún trastorno de la conducta alimentaria, siendo la anorexia nerviosa la tercera enfermedad crónica en la adolescencia. A estas cifras hay que sumarle que un 11% de los adolescentes está en riesgo de padecerlo y se observa una tendencia al aumento. Un dato llamativo, es que se ha triplicado las tasas de presentación en hombres. Según los últimos estudios, se ha observado que la influencia de diversos factores socioculturales, han potenciado su aparición en todas las edades sin importar sexo o condición social, siendo más acusado en adolescentes, mujeres jóvenes y algunos grupos profesionales específicos.
Los TCA actualmente constituyen un problema de salud pública por la dificultad de su remisión si no es tratada a tiempo, así como por su baja visibilidad y su alta prevalencia. Cuando se analizan las causas de estos problemas se observa un compendio de múltiples factores psicológicos, biológicos, socioculturales y familiares.
Es importante tener en cuenta que no todos los casos de TCA se relacionan con una delgadez extrema. Esta creencia errónea puede dificultar la detección del problema, ya que con algunos trastornos la apariencia física no se ve afectada. Se estima que solo se diagnostica 1 de cada 3 casos de TCA.
Las características más conocidas de este tipo de trastornos están más relacionadas con la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa, en las que resalta un comportamiento patológico frente a la ingesta de alimentos y una obsesión por el control del peso, conduciendo a un deterioro físico y psicosocial, que genera una profunda insatisfacción y sufrimiento emocional de la persona. Sin embargo, en el trastorno por atracón no suele haber obsesión por el control del peso y es común que se acompañe de obesidad o sobrepeso. Este tipo de alteración alimentaria suele ser la más frecuente y al mismo tiempo la que presenta menor visibilidad, quizás derivado de la inexistencia de alerta por el bajo peso, entre otras características propias de dicho trastorno. Igualmente, las personas que conviven con esta patología también sufren un deterioro físico, emocional y psicosocial muy importante y que requiere de atención profesional.
Ayuda profesional psicológica en un marco interdisciplinar
Existen otros diagnósticos de TCA especificados y no especificados con criterios diferentes a los mencionados y además podemos encontrarnos ante sintomatología diversa sin correlacionarse con ningún diagnóstico de trastorno concreto, si bien la persona también presenta malestar y deterioro en las áreas vitales, por lo que se recomienda consultar a un profesional ante cualquier sospecha. Estos tipos de problemas habitualmente cursan de forma gradual y silenciosa, sin ser percibidos por la persona afectada hasta que el malestar y el deterioro se hacen patentes, lo cual se convierte en otra dificultad para intervenir a tiempo.
Desde el grupo de trabajo Psicología y Nutrición de la Delegación de Sevilla del COP Andalucía Occidental, animan a las personas afectadas a que consideren la ayuda profesional como una fortaleza más, ya que les pondrá en el camino hacia la recuperación. Señalamos la importancia de la intervención desde un equipo interdisciplinar (nutricionistas, médicos, psiquiatras, educadores, psicólogos, etc.) que facilite la adecuada prevención y detección del problema y permita a las personas afectadas o en riesgo, iniciar un tratamiento adecuado, que ponga fin a su deterioro físico y psicológico lo antes posible.
Resalta la importancia del abordaje psicológico en el tratamiento, donde se trabajan múltiples variables como el fortalecimiento de la autoestima e imagen corporal, identificación y expresión de las emociones, historia de aprendizajes, intervención familiar, recursos y herramientas de afrontamiento, prevención de recaídas, etc.
Recordemos que pedir ayuda es una fortaleza y que también queremos hacer una llamada de atención sobre la necesidad de facilitar la implementación de programas de prevención desde la infancia, para promover hábitos saludables, una sana autoestima, romper mitos nutricionales poniendo fin al concepto tradicional de dieta, fomentar la aceptación corporal y el análisis crítico de los mensajes de las campañas de marketing, entre otros objetivos.
Estas acciones están encaminadas a fortalecer y empoderar a todos los participantes de estos programas, incluyendo a las familias y comunidades (como la escuela, por ejemplo), tan importantes como apoyo y medio educativo dónde tejer un constructo saludable de los diversos factores relacionados con este tipo de trastornos. Y a la sociedad, como contexto en el que emergen estas dificultades y patologías es vital tenerla en cuenta y que juntos colaboremos en pro de nuestro bienestar. Al fin y al cabo, es labor de todos.